Evolución del dinero: ¡Conoce su historia y características!

El dinero es una parte fundamental de nuestra vida cotidiana y su historia corresponde con la historia del ser humano en sí mismo. Examinemos a grandes rasgos de qué forma se dio la evolución del dinero. Acompáñanos.

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La evolución del dinero: del nomadismo constante al trueque de excedentes

Puede afirmarse que la historia de la evolución del dinero es también la historia de la evolución del hombre. Los diferentes estadios por los que atravesó la comprensión del intercambio monetario, el ahorro y el soporte físico de las ganancias acabaron siendo símbolo del nivel de desarrollo de gran parte de las civilizaciones de nuestra especie, desde los tiempos más remotos.

Y la progresiva abstracción con la cual se entendieron las ganancias humanas fue pareja de la abstracción con la cual se integraron contenidos institucionales, filosóficos o religiosos.

Las clases sociales, el poder efectivo de ciertos círculos y la influencia sobre los asuntos privados y públicos se han basado históricamente en este orden de acumulación e intercambio hasta el punto de hacerse consustancial a la esencia humana.

El famoso verso de Quevedo que personalizaba  al dinero como un poderoso caballero capaz de conquistar las más cerradas de las voluntades, estaba colmado de validez en el siglo XVII y sigue estándolo en el siglo XXI. A pesar de la oposición de las grandes tradiciones espirituales que lo ven como un elemento terrenal de insoportable tentación, el dinero sigue sustentando al mundo hasta insólitos niveles, para bien y para mal.

Ahora bien, ¿Dónde empezó este orden cerrado que no cesa de articular nuestra existencia? Podríamos remontarnos incluso hasta el momento en que el hombre se encaminaba a la salida de la prehistoria. Hasta este momento, un sistema económico de intercambio normado resultaba innecesario e inconcebible: los grupos humanos nómadas vivían de la cacería diaria, consumida de inmediato, sin posibilidad de conservar lo ganado y sin generar excedentes con valor futuro.

El cambio llega con el asentamiento definitivo mediante la agricultura y la ganadería. El aumento poblacional obligó a crear métodos de desecado, ahumado y salado para conservar la comida reunida para tiempos de escasez. Y parte de estos recursos conservados estuvieron entonces disponibles para el intercambio comercial por otros productos necesarios en las crecientes urbes.

El trueque fue el primer formato de intercambio establecido e indudablemente significó un avance social de envergadura. Pero la limitación de los intercambios era demasiado acusada en este sistema, además de irregular.

Nadie podía asignar un valor fijo a mercancías animales o agrarias y dependía enteramente del interlocutor. La única manera de hacer la transacción posible era encontrando a alguien interesado en la mercancía que se estuviera ofreciendo y que además ofreciera a su vez la mercancía que se estaba buscando.

Estas dificultades abrieron la puerta con las décadas y siglos a un sistema más estable de comercio. Iniciábamos nuestro camino hacia el dinero. También podría interesarte el origen de los tianguis.

El reino de Lidia: primeras monedas y valores referenciales

El primer paso para refinar el trueque y continuar la evolución del dinero fue intentar un producto que sirviera como valor referencial que ayudara a tasar todos los demás. Esto podía ser un buey, una cabra o pequeñas bolsas de sal, estas últimas formando las bases de la etimología y práctica del salario.

Poco a poco todo fue desembocando en elementos escasos de extrema durabilidad e incorruptibilidad, como los trozos de oro y plata. Estos lingotes comenzaron a pesarse según una medida fija denominada siclo, aportando un necesario estándar al intercambio, basado todavía en el peso más que en la cantidad.

Pero, si bien se había alcanzado un valor referencial más o menos fijo, la funcionalidad de los métodos para precisarlos y su capacidad de transporte seguían siendo mejorables.

Al final todo se basaba en una balanza para cada interlocutor comercial, no disponible en todas partes y además susceptible de manipulaciones fraudulentas. Cargar con una masa de lingotes para todas partes en viajes de comercio tampoco era el colmo de la practicidad. La necesidad de monedas empezaba a ser acuciosa para aligerar y dinamizar los intercambios en lugares variados del mundo antiguo.

Origen

La invención provino de lo que sería ahora el país de Turquía y se denominaba en ese entonces Lidia. Los soberanos de Lidia, particularmente el semilegendario rey Giges, utilizaron sus vastos depósitos de oro y plata ubicados en sus minas y en el curso fluvial del río Pactolo, lugar donde se bañó el rey Midas de la historia mitológica, para elaborar y acuñar las primeras monedas del mundo en el siglo VII a. C. La intención era hacer más sencilla la recepción de impuestos por parte de las instituciones reales.

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Compuesta de una aleación de oro y plata llamada electrum, pesaba 4,75 gramos y mostraba en una de sus caras un león rugiente, emblema tradicional de la monarquía. Del otro lado, la moneda se encontraba hundida con forma de cuadrado, testimonio de la impresión forzada del león del otro lado. La tosquedad y pequeñez del objeto contrastaba con su utilidad: el león servía por fin como sello de garantía sobre el peso y el valor correcto, sin necesidad de balanzas para cada pieza.

Pronto los demás imperios asumieron el ejemplo de Asia Menor, controlando con firmeza la acuñación de monedas para otorgar un mecanismo mercantil uniforme en toda la extensión de sus territorios. El león impreso comenzó a ser sustituido por otros símbolos dependiendo de la naturaleza del poder que pusiera en circulación la pieza, desde báculos de augur y plantas hasta la efigie del máximo gobernante.

Uno de los primeros rostros en ser registrados en una moneda fue el de Alejandro Magno, en otro de sus actos de egocéntrica auto divinización. El material de su composición siguió siendo el oro y la plata durante mucho tiempo en la antigüedad, por su ya comentada perdurabilidad y garantía antes posibles falsificaciones.

Si tienes un interés especial por los mecanismos monetarios tradicionales, tal vez te resulte de provecho visitar este otro artículo de nuestra Web dedicado a la exposición de las principales características del crédito. ¡Sigue el link!

La aparición del dinero mercancía: bases de confianza con respaldo en el Tesoro

El uso de la moneda se extendió a través de la civilización grecorromana a través principalmente de sus dos denominaciones más extendidas, el dracma griego y el denario romano, ambas de plata. Esta última moneda romana acabó otorgándole la etimología hispana a la palabra dinero.

El término moneda también proviene del mundo latino, por el apelativo moneta (epíteto que significa única o bien la que advierte) aplicado a la diosa Juno, cuyo templo se usaba para acuñar las piezas para la circulación.

Pero con la llegada de circunstancias críticas en cada uno de estos imperios y ciudades estado, se produjo en muchas ocasiones la escasez de los metales preciosos requeridos para fabricar las pesadas monedas de antaño. Comenzó entonces la elaboración de monedas del mismo estilo, pero de materiales mucho más asequibles, como el bronce, el cobre o el hierro. Un nuevo estadio en la evolución del dinero acababa de cruzarse.

Evidentemente, el valor que se le había endilgado al dracma, denario y otras denominaciones resultaba mucho mayor que el nuevo recipiente de material corriente. ¿Cómo hacer para que el soporte físico de la moneda siguiera representando adecuadamente el valor que el Estado le asignaba? Pues haciendo que cada pieza estuviera respaldada por el tesoro de oro y plata que las instituciones del territorio conservaban en sus arcas.

El mundo estaba avanzando así un paso más en la evolución del dinero y hacia la abstracción monetaria. El valor ya no se encontraba en las manos, sino lejos, en los depósitos estatales, mientras que la pieza sólo conservaba su valía como representación del edicto gubernamental que lo refrendaba. Esto constituía la aparición del dinero mercancía, símbolo efectivo de un valor lejano que lo supera. Este formato tuvo varias encarnaciones que por fin se fueron alejando del soporte metálico.

El papel moneda: certificados de valor y seguridad

Otro elemento para la evolución del dinero que aparecería sería el ahora omnipresente papel moneda. Los primeros ejemplos de un papel asumiendo el antiguo papel de la pieza metálica como elemento de valor provienen del continente asiático, en los alrededores medievales del siglo XI.

Un primer modelo fue implementado por el imperio mongol bajo el mandato férreo del emperador Kublai Khan. Su sistema era moderno hasta un nivel insólito: los billetes primitivos, de gran tamaño, representaban el depósito en oro en un banco mongol. Este dinero en mercancía de papel asemejaba entonces a una cruza entre un billete y un cheque contemporáneo.

El patrón oro también fue practicado por las dinastías Ming y Yuan, igualmente mediante la expedición de certificados legalizados por el sello gubernamental que garantizaba su condición de representantes del tesoro de las arcas bancarias. El sistema de papel moneda no se quedaría en Asia.

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Entre los siglos XV y XVI, los orfebres europeos comenzaron a resguardar el oro y la plata en cajas fuertes de quienes no podían transportar con seguridad sus ingresos por senderos repletos de bandoleros, escenarios de guerra o barcos expuestos al ataque pirata. Para asegurar al cliente su propiedad sobre el metal precioso guardado, también expedían certificados en papel. Con el paso de las décadas, esto dio lugar también al billete respaldado por una autoridad central.

Entre los siglos XVIII y XIX, Inglaterra entregó al mundo el primer sistema de cheques, evolucionando rápidamente el proceso tradicional e informal del pagaré hasta convertirlo en un método con base legal, siendo imitada por Francia, el resto de Europa y posteriormente América.

Y precisamente de tierras americanas provino el elemento que faltaba en la economía moderna, la tarjeta de crédito, lanzada por primera vez por la entidad Western Union. Recorrimos entonces el camino completo del buey al lingote, del lingote a la moneda, de la moneda al papel y del papel al plástico.

Del dinero fiduciario al Bitcoin: las últimas transformaciones en la evolución del dinero

A mediados del siglo XX pudo verse una mutación radical de nuestro entendimiento moderno del dinero. La convertibilidad del dólar con respecto al oro y de la mayoría de las divisas con el dólar, ya establecida desde 1944, dio un paso adelante con la decisión de Richard Nixon en 1971 de hacer pasar el patrón oro a mejor vida.

Con lo cual el valor de la moneda norteamericana, de peso tan importante que determina a prácticamente todas las demás, queda determinado únicamente por la confianza del colectivo que la maneja en su viabilidad y riqueza. Sin esto, no es más que papel o dígitos, sin reserva que lo sustente. Este sistema se denomina dinero fiduciario.

Todo nuestro dinero actual se basa en este sistema de confianza. En la seguridad que sienta la comunidad en que la moneda en cuestión podrá ser recibida como medio de pago por todos los integrantes de tal comunidad. Todos los formatos señalados anteriormente, en metal, papel o plástico, dependen de este acto de confianza y de su administración cotidiana por los Bancos Centrales de cada país o continente.

Sobre esta noción se ha basado la propuesta de la criptomoneda Bitcoin para lanzarse a la última gran transformación del dinero, quizá la más radical hasta ahora. Este sistema se basa también en el concepto fiduciario de confianza mutua, pero con una variación crucial: no existe una red de bancos centrales para controlar el valor o el flujo de monedas.

Se trata de una descentralización total del curso de este tipo de monedas digitales, con todos los usuarios siendo al mismo tiempo beneficiarios, productores y administradores del consumo mediante la llamada cadena de bloques. Esta es una suerte de libro contable electrónico, bien encriptado, donde quedan asentados todos los movimientos financieros ejecutados por los usuarios en forma de red de nodos de comunicación igualitarias, sin jerarquías ni controles desde arriba.

Esta característica, naturalmente, crea preocupaciones acerca de las actividades ilegales que las que puedan incurrir los que pagan o cobran en Bitcoin. Pero indudablemente también abre una época estimulante en la cual el ciudadano común no deba depender de entidades bancarias estatales o privadas para definir el valor de sus transacciones. Resulta prácticamente un territorio de anarquía sistemática, si es que ambos conceptos pueden coincidir en una frase.

Aceptada cada vez más por diferentes empresas y plataformas, el sistema Bitcoin constituye la última mutación etérea de la moneda creada por el ser humano, el último límite digital hasta ahora de un camino de enorme y alucinante longitud que se remonta al intercambio de bovinos, semillas de trigo o bolsas de sal.

En el siguiente vídeo puede verse un atractivo dibujo animado con buena parte de la historia del dinero que hemos presentado aquí. Sencillo y elocuente, puede ser un gran recurso para presentarle esta parte del devenir humano a los más pequeños de manera más breve. Hasta aquí nuestro artículo sobre la evolución del dinero a lo largo de las eras. Hasta pronto y buena suerte en sus finanzas y lecturas.


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